Mi padre no era especial

Foto en blanco y negro. Se aprecia que es antigua. Hay un bebé de unos 9 meses sentado sobre una mesita de té alta de madera. Viste un clásico vestido de bebé de principios del siglo XX, de esos que parece un camisón. Blanco, de manga larga. Lleva una cadenita al cuello de la que pende lo que parece una medalla. Mi padre nació en 1929. Hijo de Juan y de María, como se decía antes.

 

Foto antigua en blanco y negro de 7 críos en torno a los 8 años. Todos vestidos con el uniforme de huérfanos de la Guardia Civil. Posan orgullosos. 4 delante apoyados contra un coche negro antiguo, 3 detrás subidos sbre él.
      





Se crio en el Colegio de huérfanos de la Guardia Civil. Imaginad la vida en un internado militar en los años 30 y 40 del siglo XX.

 

 

 

Foto en blanco y negro de una boda antigua. Los novios están arrodillados, él poniéndole la alianza a ella.
Se casó en 1954 locamente enamorado y tenazmente enfrentado a su familia. 

 

 

 

 

 

Foto en blanco y negro. Clásico plano medio de un hombre en Trocadero (París) con la Torre Eiffel detrás.En 1957 emigró como tantos otros porque había que ganarse las habichuelas.  

 

 

 

 


Hombre en pijama camisero apoyado sobre el hombro de otro hombre disfrazado de mujer con falda blanca, suéter sin manga negro, pañuelo en la cabeza y un collar. Ambos ríen.Siempre tuvo un gran sentido del humor. Ingenioso, inteligente, sarcástico y, cómo no, absurdo y básico también.
 
 
 
 
 
 
 
 

4 críos, dos niños y dos niñas, de entre 1 y 8 años, sentados en el suelo y sonriendo a cámara.


Nunca le gustaron los niños —supongo que convivió con demasiados durante aquellos años— , siempre decía que ya había criado a sus hijas y no tenía por qué aguantar a los hijos de los demás, pero se desvivió por sus hijas y sobrinos

 

 

 

 (y nietos. Sí, papá, eras un abuelo orgulloso, lo sabemos todos).
4 críos, 3 chicos y una chica de entre 4 y 14 años, sentados en torno a una mesa y listos para saborear una tarta de cumpleaños. Aún están las velas encendidas.

Fruto de su generación, era un padre ausente de lunes a viernes. Por las mañanas trabajaba en una chatarrería; por las tardes era celador en un hospital. Eso sí, los viernes, que nos dejaban acostarnos más tarde, podíamos cenar con él.

 

Matrimonio de cuarenta y pocos años con dos niñas, de 1 y 5 años. Visten ropa de verano. Están en el campo. Luce el sol.Los domingos eran el día de ir a Misa y lo que surja. Daba igual un paseo por la ciudad que salir al campo.


Renegón como él sólo, siempre que lo llamabas lo tenías. Tocaba aguantar su retahíla de «ché, ché, ché, ché, esta chiquilla. ¿Pero es que tú no ves que —inserte aquí la regañina que proceda—?», pero acudía dónde, cuándo y por lo que fuera.
 

No, mi padre no era una persona especial. Mi padre era PADRE.

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