Eso de la promoción

Estamos acostumbrados a ver a actores famosos —de esos que creemos que ya no tienen ni que pasar por un proceso de selección— recorrer alfombras rojas atendiendo a los medios de comunicación, aparecer en todos los programas de televisión promocionando su última película —algo menos habitual cuando se trata de teatro—, intercambiando halagos porque «no hay mejor programa al que acudir» ni «visita más esperada a la par que deseada».

También hemos podido ver a músicos hablando de su último álbum, «el más completo y personal» de toda su carrera.

Y, cómo no, autores consagrados —que no les hace falta, porque sus libros «se venden solos»— haciendo el correspondiente anuncio de su nueva obra, tan interesante que no podrás dejar de leer, tan innovador que te sorprenderá y, al mismo tiempo, fiel a su estilo, para satisfacer a todos sus lectores fieles.

No solemos cuestionarnos por qué van, por qué lo hacen. Para qué es evidente: para vender. Pero ¿por qué? ¿Cuánta falta les hace? Y yo te pregunto: Si no te cuentan que su nuevo proyecto existe, ¿cómo lo conocerías? ¿Cómo sabrías que ya lo tienes disponible?

Tampoco es habitual poderles preguntar si quieren ir, cuántos les apetece o motiva. Si lo hiciéramos, un alto —altísimo— porcentaje de ellos nos diría que le toca bastante los cascabeles que no suenan, pero ahí están, cumpliendo con su deber.

Porque sí, es su deber, es una obligación contractual con su compañía discográfica, o editorial o productora: en el precio llevas la penitencia, la promoción.

En cambio, en tuiter, ¡ay, en tuiter!... Aquí nos molesta ver a un autoeditado haciendo lo que debe, promocionar su libro, porque es un pesado que se cuela en nuestro TL a vender. Y sí, es lo que debe hacer, porque no todos los autopublicados son todopoderosos que cuentan con grandes dragones que tienen miles de seguidores para darle cobertura y hacerle una megapromoción a la altura de un estreno de Hollywood —¡y qué bien lo hacen!.

Y lo peor, lo que me parece más triste, es que esas quejas calan en el autor tanto o más que una mala crítica, y se siente culpable haciendo una cosa que tiene que hacer aunque no sepa ni le guste, cuando a ti, que te molesta ver eso, lo tienes tan fácil como ignorar ese tuit y dejarlo correr, o silenciar esa cuenta taaaaan molesta que solo quiere que sepas que, posiblemente, te estás perdiendo una joyita porque eres tan torpe en tus habilidades sociales y tienes tan hiperdesarrollados tus prejuicios que no eres capaz de pensar que ese libro puede ser uno de los mejores que hayas leído en años.

Claro que es posible que no sea tu género favorito. Pero si cierras la puerta a esos tuits te perderás todos, incluso el que hable del género que tantas horas de sueño te ha robado.


@Trying_Mom

Comentarios

Vuestros favoritos